Varios de los integrantes del CIPSTRA comenzamos a asistir hace algunas semanas al “Taller de Coyuntura Económica” impartido por el profesor Hugo Fazio del CENDA, siendo unos de los objetivos más importantes de esta instancia el lograr comprender cómo fenómenos y coyunturas de la economía global y nacional tienen impactos concretos sobre la vida cotidiana de la población y en particular, en nuestra opinión, sobre las condiciones laborales en las que se ven inmersos los trabajadores y trabajadoras de nuestro país.
«Algunos economistas
y actores políticos
en nuestro país
discuten sobre los
efectos que tiene
la apreciación del
peso, es decir, su
alto precio en
referencia al
dólar. Esta
situación, que
pasa completamente
inadvertida para
la mayoría de la
población, tiene
efectos concretos
sobre la economía
y, por ende, sobre
los trabajadores»
Como ya es sabido, la economía chilena desde la instalación del neoliberalismo se caracteriza por ser extremadamente abierta y vulnerable a los vaivenes de la economía internacional[1]. Lo anterior se vincula con una alta dependencia de las exportaciones de materias primas en tanto país sumido en un modelo primario exportador, junto con una constante política fiscal y monetaria (es decir, la intervención gubernamental y del Banco Central vinculada a la masa de dinero disponible, tasas de interés, valor de la moneda nacional, políticas públicas, ayudas estatales, entre otros aspectos) caracterizada por su ortodoxia, lo cual se expresa en cuestiones como que el objetivo fundamental es mantener la inflación en el límite del 3% a costa de todo, y una política de no intervención cuando todas las señales indican lo contrario, junto con una total inexistencia de barreras arancelarias e impuestos a la inversión extranjera.
Hoy en particular algunos economistas y actores políticos en nuestro país discuten sobre los efectos que tiene la apreciación del peso, es decir, su alto precio en referencia al dólar. Esta situación, que pasa completamente inadvertida para la mayoría de la población, tiene efectos concretos sobre la economía y, por ende, sobre los trabajadores, en un contexto donde lo habitual ha sido una política en la que es el mercado quien fija los precios de la moneda nacional (régimen conocido como “flotación libre”), a diferencia de la tendencia intervencionista de la mayoría de los países actualmente[2].
Esta situación se da en el marco de una “guerra cambiaría” internacional[3] propiciada por la situación de crisis persistente, donde las economías más importantes están devaluando sus monedas -lo cual implica la compra de dólares y el consecuente aumento de la cantidad de dinero en moneda nacional, reducción de tasas de interés a largo plazo, junto con otras medidas afines- para lograr ser más competitivas. Es decir, buscan que sus exportaciones logren mejores precios de venta en relación al dólar, y que, indirectamente, las importaciones se vuelvan más caras con lo cual se da un impulso a la producción interna.
En Chile en particular, debido a la política de no intervención, la apreciación del peso ha mostrado sus impactos[4]. En primer lugar, las exportaciones han disminuido sus ganancias dado que reciben menos dólares de vuelta por sus ventas (esto ha sido compensado en el caso del cobre debido a la coyuntura de altos precios internacionales por lo cual siguen manteniendo ganancias extraordinarias). Por otro lado, las importaciones se vuelven particularmente convenientes para el sector que ha sido más favorecido durante los últimos años y que presenta un alto nivel de concentración: el retail. La contracara de esto es que se desfavorece a los productores nacionales que compiten con ellos (Pymes principalmente), y por lo tanto, se desincentiva la producción interna.
Ahora bien, la reflexión central a nuestro parecer, debe vincularse con lo importante que sería que los sindicatos y organizaciones de trabajadores de todo tipo lograran comprender la relevancia que tiene para ellos -en este caso particular- la no intervención estatal respecto de la apreciación del peso, pero también en general, en cuanto al funcionamiento de la economía global y la relevancia que cobra la política gubernamental y del Banco Central para disminuir o aumentar los efectos de diversas coyunturas económicas. Esto permitiría que incorporen estas reflexiones a sus lineamientos estratégicos.
«Una coordinación
inter e
intra-sectorial
justificada en la
exigencia de una
política económica
y fiscal más activa
respecto de las
condiciones
laborales, debería
ser un primer
puntapié para
buscar espacios
de convergencia
entre la masa
remunerada»
Y como nunca está demás repetirlo, es necesario ser siempre conscientes de que cuando las ganancias de las empresas capitalistas se reducen –que en este caso está asociado a la inactiva política monetaria y fiscal- los que efectivamente reciben el impacto son en primer lugar, la masa trabajadora de nuestro país. Nada de esto es nuevo, precarización laboral, flexibilización, aumento del desempleo, cambios masivos de contratos que buscan reducir cada vez más beneficios, entre otras diversas maniobras que seguramente se incrementarán si este tipo de tendencias persiste. En otras palabras, los capitalistas buscarán aplacar la disminución de sus ganancias traspasando los costos a los trabajadores[5].
¿Por qué puede ser importante para la organización de los trabajadores incorporar estas reflexiones en su quehacer? Principalmente, porque éstas permiten proyectar sus reivindicaciones y tareas más allá del corto plazo, además que para abordarlas como desafío es necesario un nivel de coordinación sindical y objetivos de lucha más allá de las empresas aisladas. Es posible también que sean un impulso para ampliar el alcance de las demandas sindicales, así como para la incorporación del Estado como un interlocutor relevante en cuanto a ciertas políticas que afectan su día a día (desde el salario mínimo hasta las condiciones de organización con que cuentan), desplazando la preocupación que ha mostrado habitualmente por cuidar las ganancias de los empresarios.
Una coordinación inter e intra-sectorial justificada en la exigencia de una política económica y fiscal más activa respecto de las condiciones laborales, debería ser un primer puntapié para buscar espacios de convergencia entre la masa remunerada, para desde ahí avanzar en demandas e iniciativas aún más radicales y así mantener la necesaria unidad y mayores niveles de organización que deberían caracterizar la lucha de los y las trabajadoras.
[1] Garretón, Manuel (2007): “Matriz sociopolítica y desarrollo socioeconómico en Chile”. En: http://www.rimisp.org/FCKeditor/UserFiles/File/documentos/ippg/Informe%20GARRETON%20FINAL.pdf
Fazio, Hugo y Parada, Magaly (2010): “Veinte años de política económica de la Concertación”. Serie investigación sociológica. LOM ediciones, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, primera edición.
[3] http://diario.latercera.com/2013/03/02/01/contenido/reportajes/25-131085-9-chile-y-la-guerra-de-monedas.shtml
http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=106527
[4] http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2013/03/22/exportadores-de-frutas-preocupados-por-grave-situacion-del-sector-y-dispar-evolucion-economica-del-pais/
[5] Esto ya lo demostró Marx hace más de un siglo: Marx, Karl. “Plusvalía absoluta y relativa”, capitulo XIV, sección quinta del libro I de El Capital.