El presente trabajo tiene por objeto introducir al lector en las consideraciones de algunas de las tradiciones del Materialismo Histórico respecto de la clase obrera. Así, se pasará revista brevemente de los principales argumentos esgrimidos por algunas de sus corrientes para fundar la noción de “condición proletaria”. Por su parte, se hará énfasis particularmente en las razones que justifican la noción de su “subjetividad revolucionaria”, subrayando siempre que el problema de las clases, además de ser “relacional”, es también político y que lejos de estar reducido a la inercia de la esfera económica se encuentra inserto en un cúmulo de determinaciones que la nutren.
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CLASE OBRERA Y MARXISMO
Tal como indica Marx, son los seres humanos quienes hacen la historia, pero no la hacen a su absoluto arbitrio, sino que la hacen desde donde se sitúan (en su presente) e influidos protagónicamente por su pasado. Que la vida que le toca vivir a los hombres y a las mujeres determinará las decisiones que tomarán a lo largo de su existencia significa poco y nada. Ahora bien, si se entiende que la vida que viven está a su vez condicionada por fuerzas que se presentan como externas e impuestas, y que éstas les imprimen constantemente una huella indeleble; el problema se vuelve mucho menos trivial así como más importante. Entre esas condiciones materiales de existencia podemos contar la raza, el género y la clase social.
En nuestra opinión, existen muy buenas razones para considerar a la clase social como el eje articulador de la mayor parte de las experiencias humanas colectivas. Ello no significa, en caso alguno, suponer que las desigualdades distintas a las de clase no sean dignas de atención para el análisis, o que cualquier forma de opresión ligadas a ellas no deban ser combatidas por los comunistas protagónicamente. Lo que significa es otorgarle el “lugar” que le corresponde a las relaciones sociales de producción y así a las clases sociales dentro de la vida misma. Como bien resalta Atilio Borón, la mayor parte de las desigualdades distintas a la de clase ya acusadas podrían ser resueltas virtualmente dentro del marco de un “capitalismo tolerante”. Muy por el contrario, terminar con las diferencias de clase sería imposible dentro de dicho modo de producción en tanto su igualación, supondría, precisamente, el fin de las clases. A su vez, el fin de la división de la sociedad en clases remitiría también al fin de la explotación, algo sin lo cual ni el capitalismo ni el capital podrían subsistir.
El presente trabajo tiene por objetivo otorgar elementos para construir una noción de la clase obrera en el marxismo y pasar revista de algunos de los argumentos de dicha tradición para entender al proletariado desde su subjetividad revolucionaria. Queremos enfatizar que estamos firmemente convencidos de que el estudio de los trabajadores y la defensa de la subjetividad proletaria no es un mero ejercicio académico. Por el contrario, éste corresponde a un campo abierto de disputa política. Precisamente por ello, los “ex – marxistas”, quienes comprendieron este punto mejor que nadie, tuvieron por bandera de lucha la destrucción de la subjetividad proletaria y su proyecto histórico: el socialismo, siendo ambos remplazados por la siempre predilecta condición “transformadora” del “pueblo”, la “ciudadanía” y su “democracia radical”. Naturalmente, estamos conscientes de que el problema sólo podrá ser resuelto en la práctica. Por ello, lo que se pretende en estas líneas es otorgar, sencillamente, algunos elementos para la lucha política. […]
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