En el contexto de la nueva investigación que se está llevando a cabo en el CIPSTRA, “Precariedad y conflictividad laboral en los trabajadores agrarios de Chile”, entrevistamos para nuestra sección CONTRAPUNTOS a Diego Piñeiro, sociólogo uruguayo que se ha dedicado a investigar las temáticas relacionadas con trabajo agroindustrial y con la precariedad laboral que domina el paisaje rural. Fueron precisamente estos ejes los que guiaron la entrevista, donde el investigador de la Universidad de la República da luces y otorga conceptos claves en miras de analizar, para el caso chileno, las particularidades del proceso de trabajo agrario y sus consecuencias sobre los sujetos.
Al profundizar en la precariedad laboral, Piñeiro identifica dos componentes: “lo que el investigador puede medir, y lo que el trabajador puede estar sintiendo”. Esta es la entrada para distinguir entre lo que denomina como precariedad objetiva y precariedad subjetiva. El primer concepto alude a elementos observables y aprehensibles no necesariamente a través de los sujetos: jornadas y condiciones de trabajo, temporalidad y seguridad laboral, entre otras.
Por otro lado, la precariedad subjetiva sería un factor clave para comprender la conflictividad laboral: “la precariedad subjetiva puede llegar a explicar la falta de reacción por parte de trabajadores que están en condiciones de precariedad objetiva, pero que sin embargo no tienen una reacción, ni individual ni colectiva”.
Considerando las particularidades de la producción piscisilvoagropecuaria, surge la pregunta de si es necesario elaborar un concepto para observar específicamente la precariedad laboral rural, cuestión que ha sido ampliamente problematizada por el equipo de investigación del CIPSTRA. Piñeiro considera relevante incluir en este concepto las condiciones de inestabilidad propias del trabajo rural, manteniendo que “los trabajadores rurales trabajan sobre una materia diferente. Al trabajar con material vivo, el trabajo rural tiene muchas fluctuaciones. Eso es inherente a la materia”. Esta inestabilidad tendría estrecha relación con la precariedad, sobre todo considerando que las principales consecuencias de la temporalidad de la producción y de los vaivenes del mercado caen justamente sobre los trabajadores: “no es un problema del trabajador que haya inestabilidad. Es un problema del cual tendría que hacerse cargo el empleador. Hoy es el trabajador el que carga con el peso de la inestabilidad que proporcionan los ciclos biológicos”.
Otro aspecto particular de la situación de los trabajadores rurales, observado tanto en Chile como en Uruguay, es el sistema de contratación que adoptan las empresas y los empleadores, cuestión que para Piñeiro cobra importancia al momento de buscar comprender la reacción de los trabajadores: “El patrón está en una situación social tal que tiene una gran capacidad para discernir de la oferta de trabajadores que hay, cuáles son los que más se adaptan a lo que él está buscando. Tiene un control no sólo del trabajador, sino de su familia, de quiénes son, de donde vienen”. Lo problemático tendría lugar en cómo el trabajador reacciona frente a esta realidad de precariedad objetiva, heredada hace varias generaciones, naturalizada y, en definitiva, subjetivamente no conflictiva: “el trabajador acepta esa forma de relación, situaciones que uno objetivamente dice que son precarias él puede sentirlas como no precarias, porque eso es lo habitual, como siempre se trabajó, las relaciones que siempre existieron entre el trabajador y el patrón.”
Un último eje abordado en la entrevista fue el de la posibilidad de que los asalariados rurales recuperen la organicidad que tuvieron otros movimientos rurales, como el de campesinos hacia mediados del siglo XX. Piñeiro explica, en primera instancia, que es importante que los sindicatos de trabajadores rurales tengan un fuerte elemento político, pero es tajante al manifestar también que deben tener “una nula partidización” ya que a su juicio “los partidos políticos no entienden lo que pasa en el medio rural”.
Ante la necesidad de que los trabajadores rurales superen la demanda gremial y avancen hacia una solidaridad de clase mayor, considerando siempre las limitantes objetivas y subjetivas ya señaladas, el sociólogo uruguayo concluye, en base a sus investigaciones, que las condiciones del sistema productivo particular son decisivas: “Aquellos lugares donde los sindicatos rurales se han podido organizar, son en aquellos tipos de producción en los cuales hay grandes contingentes de trabajadores que se reúnen para trabajar”, situación que no se repite para la totalidad de los asalariados del mundo rural. Otra forma de organización en este escenario, es la que habrían realizado en Uruguay algunos sindicatos forestales, que “hacen el camino inverso. El camino hacia atrás en la cadena productiva permite organizar a los trabajadores rurales que siempre es muy difícil que se organicen”, reflexión que problematiza aún más la necesidad de investigar entorno a las cadenas productivas que organizan a los territorios rurales del país.
Éstos y otros elementos se conversaron con Diego Piñeiro en su reciente visita a Chile, y pueden profundizarse en el siguiente video donde encontrarán la entrevista completa realizada para la serie CONTRAPUNTOS.