El 21 de marzo comenzaron las primeras movilizaciones en Puerto Angamos, Mejillones. Un sindicato alzaba la voz pidiendo media hora de colación. Producto de prácticas antisindicales y de una violenta represión por parte de Fuerzas Especiales, el conflicto concitó el apoyo de la mayoría de los trabajadores del puerto de Mejillones y luego la solidaridad de los portuarios del resto de país, llegando a paralizarse un 85% del transporte de exportaciones chilenas[1] (para profundizar sobre la coyuntura y procesos que articularon este paro revise las “Reflexiones sobre la organización sindical del sector portuario desde la coyuntura en Mejillones”).
Así, en casi 3 semanas se logró poner en jaque la economía chilena, evidenciando una fragilidad hasta hoy latente en el funcionamiento del modelo. Las declaraciones de los dirigentes del movimiento daban cuenta de la gestación de una conciencia de clase y de que su paro de actividades estaba afectando un engranaje maestro del sistema económico, o un “sector estratégico”[2]. ¿Cómo definir este concepto? Basándonos en John Womack Jr, las posiciones estratégicas “dentro del proceso productivo […son] cualesquiera que les permitieran a algunos obreros detener la producción de muchos otros, ya sea dentro de una compañía o en toda una economía”[3]. Es decir, se trata de una posición en el trabajo que tiene la capacidad de detener o bloquear una cadena productiva si para, lo que es posible por el poder técnicamente determinado en la función productiva que se realiza dentro de una empresa. Valiéndonos de este concepto, podríamos teorizar 5 niveles de posiciones estratégicas de acuerdo a la escala de las cadenas productivas comprometidas, que serían: intra-industriales, inter-industriales o sectoriales, intersectoriales o nacionales, internacionales y por último mundiales.
«Basándonos en John
Womack Jr, las
posiciones estratégicas
‘dentro del proceso
productivo […son]
cualesquiera que les
permitieran a algunos
obreros detener la
producción de muchos
otros, ya sea dentro
de una compañía o en
toda una economía’.
Es decir, se trata de
una posición en el
trabajo que tiene la
capacidad de detener
o bloquear una cadena
productiva si para,
lo que es posible por
el poder técnicamente
determinado en la
función productiva
que se realiza dentro
de una empresa»
Es sencillo entender por qué los puertos son estratégicos a nivel nacional: si no funcionan, el modelo primario-exportador tampoco. En palabras del Ministro de Economía, Pablo Longueira “El 80% del PIB de Chile está vinculado al comercio exterior, por lo tanto, paralizar puertos, en momento en que estamos despachando nuestra fruta, es precisamente usar el momento de mayor vulnerabilidad de Chile»[4]. Por otro lado, el Ministro de Minería Hernán De Solminihac afirmaba que «la industria chilena exporta diariamente 16.000 toneladas de cobre fino y los puertos que hoy no están operando representan cerca del 60% de las exportaciones mineras del país, lo que equivale a que 9.000 toneladas diarias no han podido ser despachadas»[5]. Así, al día 12 desde que comenzaran las movilizaciones, los empresarios de la Sociedad Nacional de Agricultura, Fedefruta y la Asociación de Exportadores de Fruta intentaban presionar a la Moneda por un término del conflicto, a lo que acto seguido el Ministro del Interior, Andrés Chadwick salió a mostrar el apoyo gubernamental hacia los empresarios: “esperamos que la vía al dialogo nos dé resultado, y siempre está, sin duda alguna, la vía de la aplicación de la ley [de Seguridad del Interior del Estado] en cuanto exista en una persistencia en hacer y desarrollar acciones que son ilegales”[6]. Quedaba de manifiesto así la vulnerabilidad de la paralización de las exportaciones, la fruta se estaba pudriendo, los negocios se estaban perdiendo y lo peor, se diluía la confiabilidad y reputación de los empresarios chilenos. Es llamativo, además, que los empresarios del sector minero y del sector portuario no se pronunciaran públicamente.
Finalmente, el lunes 8 de Abril, tras 18 días de movilización, el paro se acercó a su desenlace luego de que los empresarios “cedieran” a pagar un bono de almuerzo de $3.600 pesos en compensación por no disponer de la media hora de colación, además de comenzar a resolverse el tema de los dirigentes despedidos.
En paralelo al paro de los puertos, otro sector estratégico comenzaba a expresar su fuerza: la minería, un sector que el 2012 aportó un 14% del PIB[7], y con potencial de incidencia mundial en la economía ya que durante el 2011, las mineras instaladas en Chile producían el 32% de la oferta de cobre en el mercado global[8]. El 1 de abril el presidente de la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC), Raimundo Espinoza, advertía la inminente posibilidad de un paro nacional dada la intransigencia de los nuevos ejecutivos de Codelco[9]. Finalmente, el martes 9 la FTC y la Federación Minera de Chile (FMC) concretaron un paro de advertencia de 24 horas, con 100% de adhesión de los sindicatos de trabajadores, supervisores y profesionales de Codelco, y que produjo 35 millones de dólares las pérdidas para el país[10] . Esto fue una muestra de unidad en el sector pocas veces vista, como declara la FTC en su página, “esta movilización unitaria es de una gran trascendencia histórica, ya que por primera vez, ambas organizaciones representativas de los trabajadores de la minería estatal y privada, hacemos realidad la unidad sindical en la acción, coordinándonos para impulsar un plan de movilizaciones en ascenso, orientado a exigir demandas que son muy sentidas por todos los mineros y los trabajadores chilenos. Estas demandas, que estamos seguros son una verdadera DEMANDA DE CHILE”.
Si los trabajadores del
sector portuario parecen
estar en una primera
etapa de construcción de
solidaridad de base
sectorial, enfocando sus
demandas a problemáticas
propias de su rama
económica, los
trabajadores mineros en
cambio, que cuentan con
una historia sindical más
vasta, están tratando de
instalar sobre la agenda
pública las precarias
condiciones que hay sobre
seguridad laboral en
general, la reapropiación
de las riquezas del país,
entre otras que si bien
brotan desde sus propias
condiciones laborales,
actualmente se pueden
comprender como
transversales al mundo
del trabajo
Las demandas planteadas por los trabajadores de la minería fueron: 1) poner fin al sistema de AFP, que hoy no es capaz de asegurar una jubilación mayor al 40% del último salario de un trabajador; 2) renacionalización del cobre y del litio en pos de financiar un verdadero sistema público de educación, salud y pensiones de calidad; 3) terminar con los abusos y el maltrato laboral; 4) fiscalización eficaz de la legislación laboral y previsional; y 5) poner fin a los accidentes del trabajo y velar por las condiciones de seguridad laboral que posibiliten una mejor calidad de vida.
Ahora bien, si comparamos las movilizaciones en ambos sectores es posible detectar una clara diferencia respecto a sus demandas. Si los trabajadores del sector portuario parecen estar en una primera etapa de construcción de solidaridad de base sectorial, enfocando sus demandas a problemáticas propias de su rama económica, los trabajadores mineros en cambio, que cuentan con una historia sindical más vasta, están tratando de instalar sobre la agenda pública las precarias condiciones que hay sobre seguridad laboral en general, la reapropiación de las riquezas del país, entre otras que si bien brotan desde sus propias condiciones laborales, actualmente se pueden comprender como transversales al mundo del trabajo. De esta forma, podemos aseverar que las demandas de los obreros de la minería tienen un carácter más político, superando el momento sindical “corporativista” que tuvieron en algún momento, madurando hacia disputas de nivel nacional.
En suma, tanto el sector del cobre como el del transporte marítimo han demostrado una unidad a nivel nacional que no se había visto antes, y de paso la capacidad de asestar duros golpes a algunos de los sectores más dinámicos de Chile. Pero lo más interesante es que si los trabajadores mineros tienen ya la madurez orgánica como para plantear demandas de carácter nacional y político, un paso necesario a seguir vendría a ser la construcción de lazos de solidaridad inter-sectorial con los demás trabajadores especialmente de otros sectores estratégicos de la economía chilena, en perspectiva de formar una capacidad de movilización que tendría un poder sustancial de presión y negociación respecto al gran empresariado y el gobierno de turno.
Los dirigentes Nelson Francino y Ricardo Arriagada de la Federación de Trabajadores Portuarios de Iquique (FETRAPI) el año pasado señalaban una orientación clara de avanzar en este sentido: “Ahora bien, siempre en la idea de fortalecer el sindicalismo que proponemos, nos interesamos también por el proceso de articulación que levantaron los compañeros de la VIII región, reuniendo en un Consejo de Sindicatos de la Exportación no solamente a las Federaciones de trabajadores Portuarios (UPBB), sino también a forestales (FETRAFOR), de la pesca (FETRAPES) y de la construcción y el montaje (SINTEC). Tenemos absolutamente clara la importancia que jugamos los trabajadores portuarios para la acumulación de capital en un país en que el 80% del PIB se compone de la exportación de materias primas… nosotros proponemos que la tarea de todos los sindicatos debiese ser levantar o incorporar Federaciones y Uniones cuando pertenecen a una misma rama productiva, pero también Consejos o Coordinadoras cuando pertenecen a distintas áreas”[11]. De hecho, durante el paro en Angamos (y luego en casi todos los puertos) Cristián Cuevas, presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, hizo patente el apoyo de los trabajadores del cobre[12].
En un país como el nuestro, donde no existe una articulación política sólida de izquierda[13], donde la representación política es una burla[14], donde los políticos en el poder no representan más que los intereses de los empresarios[15], y las demandas ciudadanas y populares no han podido ser canalizadas dentro del plano político más que como pequeñas concesiones en las que termina prevaleciendo la lógica del capital, la importancia de que se empiece a construir una articulación orgánica a partir de lazos de solidaridad del movimiento obrero de los sectores estratégicos aparece como fundamental, ya que son uno de los pocos actores que tienen verdadera capacidad de conducir un proyecto hegemónico contrario a la alianza político-empresarial chilena.
[1] http://www.elmostrador.cl/noticias/negocios/2013/04/03/cerca-del-85-de-los-puertos-estan-paralizados-y-gobierno-estudia-aplicar-la-ley-de-seguridad-del-estado/
[3] John Womack Jr. Posición Estratégica y movimiento obrero, hacia una nueva historia de los movimientos sociales, Fondo de Cultura Económica. 2007, pág. 50.
[4] http://www.lanacion.cl/longueira-arremete-contra-ola-de-paros-no-se-justifican/noticias/2013-04-02/185849.html
[5] http://www.eldinamo.cl/2013/04/04/mineria-advierte-que-el-60-de-las-exportaciones-cobre-estan-afectadas-por-paro-portuario/
[6]http://www.biobiochile.cl/2013/04/02/gobierno-evalua-aplicacion-de-ley-de-seguridad-del-estado-por-paro-en-san-antonio-segun-exportadores.shtml (audio; negritas nuestras).
[8] Anuario de Estadísticas del Cobre y Otros Minerales 1992-2011. COCHICO. Disponible en http://www.cochilco.cl/productos/anuario.asp
[9] http://www.ftc.cl/noticias/trabajadores-del-cobre-no-estamos-dispuestos-a-seguir-aceptando-la-arrogancia/
[10] http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/empresas-del-estado/codelco/el-paro-de-advertencia-de-los-trabajadores-del-cobre/2013-04-09/091749.html
[13] http://www.elciudadano.cl/2013/04/07/65561/interrogantes-antes-una-asamblea-constituyente-en-chile/?fb_action_ids=10200868096607740&fb_action_types=og.likes&fb_source=other_multiline&action_object_map=%7B%2210200868096607740%22%3A181141508702449%7D&action_type_map=%7B%2210200868096607740%22%3A%22og.likes%22%7D&action_ref_map=%5B%5D