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Desde la primera medición en 1986 hasta la fecha, el cuentapropismo (ahora en adelante CP) se ha mantenido en una tasa promedio del 23%[1]. Si bien es evidente que el trabajo asalariado sigue siendo la forma predominante en que se presentan las relaciones de sujeción del trabajo al capital, el CP no es una cantidad despreciable (más de 1.500.000 personas), lo que nos obliga a tenerlo en cuenta a la hora de avanzar en una caracterización de la clase trabajadora chilena y sus condiciones de trabajo, más aún cuando la figura del CP aparece diferenciada del “asalariado” y son consideradas dos categorías ocupacionales diferentes.
El concepto se vuelve más confuso si consideramos la definición dada por el INE, que considera al CP como “la persona que explota su propia empresa económica o que ejerce independientemente una profesión u oficio, pero no tiene ningún empleado a sueldo o salario”[2]. Así, el CP se define de una forma negativa, es decir, por no emplear a nadie, algo que comparte con los asalariados tradicionales, definidos como “la persona que trabaja para un empleador público o privado y percibe una remuneración en forma de sueldo, salario, comisión, propinas, pagos a destajo o pagos en especie”[3].
En términos estrictos, la definición de CP no señala que este no pueda estar sujeto a un tercero a la hora de desempeñar su trabajo, tampoco dice nada sobre la forma de su ingreso, etc. sino que aparece como una distinción casi puramente formal, y que agrega la posibilidad de “propia empresa económica”, la que se puede asociar a la figura del pequeño emprendedor, liberado de las sujeciones propias del asalariado. ¡Es así que algunos podrían llegar a confundir que un millón y medio de personas en Chile son emprendedores!
Pero el problema es que ninguna de las dos definiciones da cuenta de la relación social específica que allí se reproduce, lo que se traduce en que, desde la pura categoría estadística, no es posible caracterizar desde una perspectiva de clase al CP. De ahí que sea necesario indagar en los datos existentes e intentar descubrir la relación social específica de este sector de los trabajadores, para así lograr determinar de mejor forma su lugar en la estructura productiva, identificarlo en términos de clase y dar cuenta de su especificidad en tanto trabajadores. Esta columna es sólo una primera aproximación y no pretende agotar el debate sino abrirlo.
La situación general de los llamados trabajadores por cuenta propia.
«Si consideramos
que el salario
es la retribución
al trabajador
cuyo objetivo es
la reproducción
de la fuerza de
trabajo, es
difícil sostener
que este ingreso
recibido por el
cuentapropista
(al menos este
70%) sea destinado,
en parte
considerable, para
la reproducción
(simple o ampliada)
de su capital
(suponiendo que
tenga uno) además
de la mantención
suya y de los que
de él o ella
dependen»
Un primer dato a observar pueden ser los ingresos de los CP. Según los datos de la CASEN 2011, el 23% de los CP perciben un ingreso que está por debajo del salario mínimo ($182.000 para dicho año), el 47% menos de $364.000 (equivalente a dos salarios mínimos) y el 70% percibe menos de 3 salarios mínimos. Si consideramos que el salario es la retribución al trabajador cuyo objetivo es la reproducción de la fuerza de trabajo, es difícil sostener que este ingreso recibido por el cuentapropista (al menos este 70%) sea destinado, en parte considerable, para la reproducción (simple o ampliada) de su capital (suponiendo que tenga uno) además de la mantención suya y de los que de él o ella dependen[4]. En ese sentido, el “ingreso” del CP funcionaría “como” salario, ya que no cumple un rol diferente a la reproducción de su fuerza de trabajo y de su familia (de haber). En otras palabras, lo más probable es que el conjunto de ese ingreso se destine a consumo presente o futuro, nada más, el mismo uso dado por las y los asalariados tradicionales. Estas similitudes con los asalariados se acrecientan si consideramos la media y mediana de ingresos, tanto de asalariados como de CP[5]:
En lo inmediato, es posible ver que los ingresos medios, así como la mediana, no varían sustancialmente entre categorías ocupacionales, de lo cual se puede deducir que la fijación del ingreso (salario, en este caso específico) es determinado de la misma forma en los asalariados y en los CP (de acuerdo al valor medio de la reproducción de la fuerza de trabajo).
Por otro lado, es importante notar que el 46% de los CP se desempeña en instalaciones que no son de su propiedad sino de un tercero, -lo que permite suponer una sujeción directa durante el proceso de trabajo-, mientras que un 20% lo hace en su hogar y un 14% en la vía pública. Sólo un 1% lo hace en oficinas propias o arrendadas.
Los sectores donde los CP alcanzan los niveles más altos en la actualidad son comercio (30%), Agricultura (16%) y luego Construcción, Hogares privados con servicio doméstico e Industrias manufactureras (todos con un 10%). Como ya veremos, las dos ramas donde el cuentapropismo ha entrado con mayor fuerza, comercio y agricultura, son también las ramas donde se registra una mayor fluctuación de la actividad económica y donde la calidad del empleo y los ingresos son menores al resto de la economía, razones que justifican revisar más de cerca a estas dos ramas y su vinculación con el CP.
Crecimiento económico en base a empleos precarios, temporales e insostenibles
Los gráficos a continuación muestran cómo se relacionan la evolución ocupacional y del PIB en los sectores comercio y agricultura, los dos sectores con mayor proporción de cuentapropistas y que en mayor medida explican la variación de esta categoría a lo largo del año.
En ambos casos, se observa que el crecimiento económico tiende a acelerarse con fuerza en el último trimestre de cada año (Navidad para el comercio, verano para la agricultura), con consecuencias directas sobre la evolución del empleo, tanto en la categoría de asalariados como en los CP.
Por las características propias de la agricultura, la producción aparece sujeta al ciclo estacional (invierno-verano), demandando en los trimestres I y IV gran cantidad de mano de obra, especialmente asalariada que toma la forma de los temporeros agrícolas. Con menor intensidad[6], los cambios inter-trimestrales se observan también en los CP. Sumando ambas categorías, entre invierno y verano la variación del tamaño de la fuerza de trabajo supera las 150.000 personas.
En el caso del comercio –que recordemos, es el sector que emplea una mayor proporción de CP (30% de sus ocupados)– también se observa una variación inter-trimestral importante en ambas categorías ocupacionales y en el PIB sectorial durante el cuarto trimestre que se explica en gran medida por las fiestas de fin de año, pero a diferencia de la agricultura, las variaciones en los asalariados tradicionales son menores a las de los CP, quienes parecen ser los que más bruscamente entran y salen de la rama, es decir, de quienes más dispone arbitrariamente el capital.
Si observamos el empleo en estos dos sectores, además de la alta proporción de CP y de la fuerte variación inter-trimestral de las categorías ocupacionales, tenemos que los niveles de precariedad son también aquí de los más altos, ya que sólo un 38% cuenta con contrato indefinido y prestaciones laborales al día en el sector comercio y 23% en agricultura, y los ingresos de los más bajos: para el 2011, cerca del 30% de los CP, en ambos sectores, ganaba menos del mínimo ($182.000), y entre los asalariados, casi el 90% recibía ingresos menores al promedio nacional ($430.000).
«… se trataría
de una ‘población
estancada’ que
Marx define como
‘parte del ejército
obrero activo,
pero su ocupación
es absolutamente
irregular, de tal
modo que el
capital tiene
aquí a su
disposición una
masa extraordinaria
de fuerza de
trabajo latente.
Sus condiciones
de vida descienden
por debajo del
nivel medio normal
de la clase obrera
y es esto,
precisamente, lo
que convierte a
esa categoría en
base amplia para
ciertas ramas de
explotación del
capital”
Considerando estos antecedentes, además de la fuerte variación del producto entre los trimestres, es posible pensar que el CP en particular, y la inestabilidad laboral en general, representan la forma específica que adopta, sobre el trabajo, la evolución capitalista de estos sectores en su intento por aumentar la explotación y la ganancia: de esta forma, los CP (y los asalariados de breve paso por el mercado laboral) representan una forma determinada, aún más acentuada que en el resto de los trabajadores, de precariedad laboral antes que un emprendimiento cuasi-heroico de la quinta parte de los obreros del país. En otras palabras, para estas dos ramas más específicamente, el CP ocuparía un rol específico del ejercito industrial de reserva, es decir, se trataría de una “población estancada” que Marx define como “parte del ejército obrero activo, pero su ocupación es absolutamente irregular, de tal modo que el capital tiene aquí a su disposición una masa extraordinaria de fuerza de trabajo latente. Sus condiciones de vida descienden por debajo del nivel medio normal de la clase obrera y es esto, precisamente, lo que convierte a esa categoría en base amplia para ciertas ramas de explotación del capital”[7], como resulta ser el caso de la agricultura y el comercio.
A la luz de los datos se vuelve claro que la categoría CP es heterogénea y no representa a un sector definido, por lo cual no es posible sostener un único juicio sobre el conjunto de CP. La ambigüedad de la categoría y de la medición impide considerarlos como algo homogéneo. De todas formas, es posible decir que el grueso de los trabajadores por cuenta propia son asalariados (tanto por la forma de su ingreso y la sujeción a la hora de trabajar) que están dispuestos a ocuparse en un régimen diferente al de los asalariados tradicionales, en condiciones más precarias al no estar presente las obligaciones contractuales normales que sí corren para los asalariados “estables”. En términos generales, el CP estaría expresando, por un lado, precariedad laboral y por otro -en comercio y agricultura, al menos- una forma necesaria de la fuerza de trabajo sometida a la acumulación de capital específica de estas ramas.
La población estancada, al decir de Marx, que está representada por los CP de estos sectores, presenta condiciones y dificultades particulares que implican un desafío político no menor para la organización de la clase trabajadora. El hecho de que se integren al mercado laboral por períodos breves y cíclicos dificulta la generación de una conciencia subjetiva de la situación de clase que se deriva de las experiencias comunes a los trabajadores. Sus condiciones laborales son relativamente distintas, en muchos casos los ingresos aun menores al de los asalariados y su experiencia como trabajadores queda menos arraigada debido a la fuerte rotación entre el empleo y el desempleo o entre distintos empleos, y sin embargo, en ningún caso puede decirse que no pertenecen a la clase obrera, o que sus demandas no debieran ser consideradas por el conjunto de la clase obrera.
[1] Todos los datos presentados son de elaboración propia. En el caso de los datos sobre empleo y condiciones laborales, de no indicarse lo contrario, los datos son de las encuestas ENE (1986-2009) y NENE (2010-2014). La información relativa a la actualidad del empleo es de la NENE del trimestre móvil DEF 2014. En el caso de la información sobre ingresos, la fuente es la encuesta CASEN. Por último, los datos sobre el PIB corresponden a las cuentas nacionales del Banco Central.
[2] Glosario Nueva Encuesta Nacional de Empleo, en http://www.inearaucania.cl/archivos/files/pdf/Empleo/GlosarioNENE.pdf
[3] Ibid.
[4] Marx, El Capital, Tomo I, Siglo XXI, 2004, Buenos Aires, 651
[5] Por razones de comparabilidad, y por concentrarse fundamentalmente en un sector específico de las cuentas nacionales (“Hogares privados con servicio doméstico”), se excluye de la categoría de asalariados al “Personal de servicio”.
[6] El año 2010 la metodología de la encuesta de empleo cambia, observándose importantes consecuencias sobre la evolución de las categorías de empleo, que se resumen en ambos sectores en un “reemplazo” de la parte más inestable de los CP por la categorización de asalariados, tal como se observa en las curvas a partir de ese año. Lejos de refutar la importancia del CP para el capitalismo actual, confirma la necesidad del modelo de acudir y mantener a un contingente de semi-ocupados dispuestos a trabajar (como CP o asalariados) en el momento y con las condiciones que sean necesarias.
[7] Marx, El Capital, Tomo I, Siglo XXI, 2004, Buenos Aires, Pág. 801.