Publicado inicialmente en Revista Confrontaciones.
Las pasadas elecciones de los días 15 y 16 de mayo provocaron todo un terremoto en la esfera política. Estas reconfiguraron todo el esquema de partidos.
En la Convención Constitucional, la derecha tradicional (Vamos por Chile) salió duramente derrotada. No alcanzó siquiera el tercio de los escaños que le hubiese permitido ejercer poder de veto en esta. A su vez, a la lista de la ex Concertación (Apruebo) tampoco le fue mucho mejor que a su socia del período transicional.
De este modo, un primer resultado de las elecciones fue la desarticulación definitiva del sistema de partidos que dirigió al capitalismo chileno durante el período transicional.
Por otra parte, se consolidó el eje FA-PC como un polo de atracción del electorado progresista y de izquierda, aunque aún queda por saber quién ejercerá la conducción de dicho bloque.
Sin embargo, la novedad vino dada por la irrupción de la denominada Lista del Pueblo, que, de forma sorprendente e inesperada, obtuvo 25 de los 155 escaños de la Convención, casi un millón de votos. Se trata en su gran mayoría de esforzados luchadores populares de base (sin militancia en partidos políticos tradicionales), y que por lo mismo sectores importantes de las clases trabajadoras volcaron su confianza. Fue, en otras palabras, la misma lucha popular que catapultó a estos militantes del pueblo sin partido a la político-institucional.
Resulta interesante poder ver cómo se posicionaron las principales clases sociales del país frente a las distintas opciones políticas.
Cada cierto tiempo, en los regímenes de dominación demo-burgueses, las distintas clases sociales –en la forma de “ciudadanía”– son convocadas a dirimir las pugnas internas de la clase dominante: la burguesía. Este es –y no otro– el verdadero sentido de las elecciones.
De este modo, y a contrario sensu de la concepción liberal, estas no son la fuente del poder en las sociedades modernas. Por eso, no se puede acabar a través de ellas con todo un régimen de dominación que sanciona la explotación del trabajo en base a la propiedad privada.
No obstante, estas son también oportunidades en que las distintas clases hacen sentir sus intereses en el seno del Estado. Es una de las formas a través de las cuales presionan, en un sentido y en otro, para torcer la conducta de este en favor de sus propios intereses.
Antes de dilucidar el alineamiento de las clases según opción política, conviene ver cómo se comportó la participación electoral en este proceso.
Como bien se sabe, la participación electoral se diferencia según clase social, y estas elecciones no cambiaron sustancialmente dicho patrón de comportamiento.
Así, si se focaliza el análisis en el comportamiento de las clases más numerosas del capitalismo chileno[1] en las comunas del Gran Santiago, se constata una relación inversa entre la predominancia de la población obrera y la participación electoral (gráfico n° 1). En otras palabras, mientras mayor la población obrera en una comuna, menor fue la participación electoral en los comicios.
Gráfico n° 1
Fuente: Construcción RC en base a CASEN 2017 y SERVEL.
Si bien su comportamiento es más errático, la pequeña burguesía tradicional también muestra una relación inversa entre su predominancia poblacional y participación electoral (gráfico n° 2).
Gráfico n° 2
Fuente: Construcción RC en base a CASEN 2017 y SERVEL.
Dicho comportamiento es diametralmente opuesto al caso de las clases medias, donde se observa una mayor participación electoral a mayor predominancia al interior de la población comunal (gráfico n° 3).
Gráfico n° 3
Fuente: Construcción RC en base a CASEN 2017 y SERVEL.
Este comportamiento diferenciado en cuanto a participación electoral redunda finalmente en que la representación del sistema de partidos se incline hacia las preferencias de las clases pro burguesas en desmedro de las populares (clase obrera y pequeña burguesía tradicional).
Por otra parte, se observó una importante variación de la participación electoral. En efecto, con respecto al plebiscito del 25 de octubre, la participación a nivel nacional registró una caída generalizada. Según el SERVEL, esta pasó de 50,95% a 41,51%, correspondiente a un total de 6,18 millones de votantes.
Si bien esta caída fue transversal, golpeó con distinta fuerza según la composición social de las comunas. Así, para el Gran Santiago, la fuerza en la caída de la participación electoral estuvo en directa relación con la predominancia obrera en la población comunal (gráfico n° 4).
Gráfico n° 4
Fuente: Construcción RC en base a CASEN 2017 y SERVEL.
El caso opuesto fue el de clases medias, donde la caída en la participación electoral fue menor en la medida que esta tenía mayor predominancia en la población comunal (gráfico n° 5).
Gráfico n° 5
Fuente: Construcción RC en base a CASEN 2017 y SERVEL.
De este modo, mientras la presencia obrera a nivel comunal amplificó la caída en la participación electoral en los últimos comicios; la de las clases medias, en cambio, la amortiguó. Esto reforzó el patrón ya estructural del sistema de representación política, sesgado hacia las clases burguesas.
Ahora bien, ¿qué explica esta baja en la participación obrera en las recientes elecciones? Hay al menos dos factores que resaltan. En primer lugar, las clases trabajadoras, y en particular la obrera, vienen duramente golpeadas por la situación económica del país abierta por la pandemia del COVID. Esto finalmente conspira en contra de sus niveles de cohesión y moral combativa, restándole fuerza como actor en el plano político.
Por otra parte, y a diferencia del plebiscito del 25 de octubre, las opciones esta vez eran mucho menos definidas que en aquella vez. En efecto, entre los referentes políticos que, más allá de la ex Concertación, se inclinaron por cambiar la actual Constitución había un sinfín y variopinto conjunto de opciones, muchas de las cuales con un lenguaje incomprensible para el trabajador de a pie. En otras palabras, quedó de manifiesto la falta de claridad de las fuerzas de izquierda para llegar a definiciones programáticas mínimas y explicarlas de forma sencilla de modo que convocasen a la participación de las clases trabajadoras.
Otro aspecto que resulta importante analizar de las actuales elecciones es el cómo se alinearon las clases sociales con respecto a las distintas listas que se presentaron para la Convención.
Aquí, nuevamente los comportamientos de la clase obrera y las clases medias son ilustrativos. Si bien ambas son consistentes en sus preferencias, estas lo son en sentidos opuestos.
Para el caso de las comunas del Gran Santiago, la clase obrera mostró una marcada inclinación hacia la Lista del Pueblo, como también expresó un rechazo hacia las candidaturas de Vamos Chile. Así, en las comunas con mayor predominancia obrera entre la población, mayor fue el apoyo hacia la primera lista (gráfico n° 6); mientras que la relación inversa se constató para las opciones de la derecha tradicional.
Gráfico n° 6
Fuente: Construcción RC en base a CASEN 2017 y SERVEL.
Si bien su inclinación fue menos marcada que en el caso de la Lista del Pueblo, la clase obrera también mostró su preferencia por la lista Apruebo Dignidad.
Finalmente, en el caso de la lista Apruebo (ex Concertación), no mostró ninguna inclinación particular hacia dicha opción.
Las clases medias, en tanto, expresaron la relación inversa. Se inclinaron preferente y consistentemente hacia la lista de la derecha tradicional; de modo que, a mayor predominancia al interior de la población comunal, mayor fue el porcentaje de votos obtenido por Vamos Chile (gráfico n° 7). Por el contrario, mostró un marcado rechazo por la Lista del Pueblo.
Gráfico n° 7
Fuente: Construcción RC en base a CASEN 2017 y SERVEL.
Finalmente, frente a las dos listas restantes, Apruebo y Apruebo Dignidad, esta clase no mostró ninguna inclinación particular.
Por último, la pequeña burguesía tradicional mostró un comportamiento similar al de la clase obrera, aunque menos consistente. Esto es, a medida que su participación en la población comunal se incrementa, se inclinó favorablemente hacia la Lista del Pueblo y rechazó a Vamos Chile. A su vez, se mostró neutral frente a las opciones de Apruebo y Apruebo Dignidad.
De acuerdo a lo anterior, es posible caracterizar a los principales bloques políticos representados en la Convención Constitucional según su base social de apoyo.
Siendo Vamos Chile una fuerza política consecuentemente burguesa en lo programático, si hay algo que inclina la balanza a su favor –al menos en la capital– eso es el apoyo que le brindan las clases medias del capitalismo chileno. En cambio, la lista del Apruebo (ex Concertación) basa su fuerza como partido burgués en el apoyo transversal de las distintas clases sociales.
Por su parte, la lista Apruebo Dignidad expresa programáticamente la fusión del ciudadanismo de las clases medias ilustradas (FA) con el reformismo obrero (PC). Socialmente se sostiene, al igual que la ex Concertación, en un apoyo transversal de clases. Sin embargo, la inclinación favorable que la clase obrera muestra hacia este la termina por distinguir de aquella.
Esta inclinación de la clase obrera podría decirse que es el aporte específico del PC –otrora partido obrero por excelencia– a la nueva coalición política. No obstante, la base social de apoyo sobre el que se montó el reciente éxito electoral deja en evidencia el desplazamiento del anclaje social del PC, que desde un partido preferentemente obrero se ha convertido paulatinamente en uno de base clasista transversal. Fenómeno que seguramente se irá acentuando en la medida que las opciones presidenciales de Jadue se fortalezcan.
Finalmente, la Lista del Pueblo representa, por su base social de apoyo, un referente político genuinamente obrero-popular, aunque no necesariamente lo sea en lo programático. Esto último está aún por determinar. Habrá que poner atención a los liderazgos que puedan surgir de su seno.
[1] Para el esquema de clases utilizado véase M. Rodríguez: Estructura social, organización laboral-gremial y lucha de clases en el capitalismo chileno. Disponible en: https://www.puntofinalblog.cl/post/estructura-social-organizaci%C3%B3n-laboral-gremial-y-lucha-de-clases-en-el-capitalismo-chileno