Si en las semanas pasadas habíamos visto variados conflictos en el sector municipal y en los Servicios Locales (Ancud, Lo Espejo, etc.), hoy estamos observando que se ha reactivado la conflictividad en el sector particular de la enseñanza, especialmente aquellos establecimientos que reciben subvención del Estado y también, en menor medida, en entidades de educación superior privada (Universidades e Institutos, principalmente). En estas últimas, recientemente han estado en huelga 1.250 trabajadores del sindicato nacional INACAP y el sindicato de la Universidad SEK (a inicios de agosto), con 80 trabajadores.
En Chile, el sistema escolar (enseñanza básica y media) es cubierto en cerca del 64% por establecimientos privados (subvencionados o “particulares pagados”), donde los trabajadores se organizan en sindicatos, a diferencia de lo que ocurre en el sector municipal y en los Servicios Locales, donde se agrupan mayormente en el Colegio de Profesores. Por esta razón, este sector alberga a un número importante de trabajadores, la mayoría mujeres, con sindicatos fragmentados, algunos de corta vida y otros que logran resistir los ataques de los patrones. En la educación superior ocurre otro tanto. En ambos tipos de establecimientos los sindicatos agrupan a docentes, administrativos, personal de aseo, etc. pero por lo general (no siempre en la educación superior) son los docentes el sector más numeroso. Además, en ambos casos existen organizaciones de tipo superior (Federaciones y Confederaciones) que reúnen a diversos sindicatos, pero son muchos los sindicatos que no se encuentran federados.
Cada sector laboral tiene temporalidades diferentes, y en la educación la mayoría de las huelgas se producen entre los meses de septiembre y noviembre, aprovechando la necesidad que tienen los colegios de “cerrar” el año escolar. Esta conflictividad no es nueva, viene creciendo desde el año 2014 en adelante, alcanzando la cifra de 38 huelgas en el año 2018. Si bien la pandemia logró detener esto, ya el año 2021 se vivió una reactivación de la conflictividad, incrementada por un profundo malestar por el teletrabajo y las pésimas condiciones vividas durante la pandemia.
Hoy en día (26 de octubre) la conflictividad sindical en la educación particular es la siguiente:
Sindicatos en huelga: 6 sindicatos, 378 trabajadores en total:
Además, otros 7 sindicatos votaron recientemente la huelga y están en instancias de “mediación”. Estos sindicatos agrupan en total a 1.291 trabajadores:
Una mirada rápida de estos conflictos nos arroja las siguientes características y tareas. De los sindicatos que hoy están en huelga, todos corresponde a establecimientos particulares que reciben subvención estatal. En estos casos, las respuestas de los empresarios-sostenedores a los proyectos de instrumentos colectivos presentados por los sindicatos han sido negar cuestiones mínimas, como los reajustes salariales básicos.
Por el lado de la composición sindical, se aprecia que son sindicatos que agrupan entre 20 y 130 trabajadores (salvo el de las Escuelas Matte, SIP), es decir fuerzas pequeñas de trabajadores, lo que provoca que año a año en el sector particular de la enseñanza se vivan numerosos focos de conflictos fragmentados, sin posibilidad de unificación de las huelgas. Sobre esto se levanta como una necesidad urgente avanzar hacia la unificación sindical en estructuras superiores. Una parte importante de los sindicatos que hoy están en conflicto ya pertenecen a Federaciones o Confederaciones (CONFESITEP y FENATED, por ejemplo), las que por la actual legislación no pueden negociar colectivamente, pues ese derecho está limitado a los sindicatos. En ese sentido, a sabiendas de que difícilmente existirán en el corto plazo modificaciones en este punto (como los que establecía la propuesta de Nueva Constitución), es necesario que las Federaciones busquen estrategias para unificar las negociaciones colectivas, ya se de hecho, en la práctica, o utilizando la legalidad (aplazando algunas negociaciones para hacerlas coincidir). De esta forma, las negociaciones colectivas o conflictos se pueden transformar en hechos políticos, ganando así la clase trabajadora del sector enseñanza mayor fuerza estratégica, lo que no se consigue mediante las huelgas aisladas y fragmentadas.
La actual situación no significa una imposibilidad de lograr victorias. Tal como hemos dicho, esta conflictividad no es nueva, viene en ascenso hace casi una década y solo fue puesta en suspenso por el inicio de la pandemia (2020). En este sentido la sindicalización, con sus obstáculos y debilidades, sigue siendo la única opción que tienen las y los educadores para mejorar sus condiciones de trabajo-enseñanza. Mientras esta opción permanezca y en lo ideal se afinen sus tiempos y estructuras la batalla laboral de las y los trabajadores de la enseñanza seguirá en pie.